domingo, 12 de abril de 2015



EXTINCIÓN POÉTICA EN LAS AULAS


Resulta intrigante bucear en el mundo editorial y comprobar las escasas publicaciones que se realizan de poesía para niños frente a las numerosas ediciones de narrativa.


Intuyo poderosas razones que subyacen en la decisión de esta permanente extinción de la poesía y en la que todos, incluyendo a padres y educadores, influimos, tal vez por la creencia atávica de que la poesía, si es para niños, usa solamente un lenguaje "ñoño" e infantiloide que poco puede aportar a su desarrollo académico y personal y si es un poema destinado al mundo adulto resultará inaccesible por su profundidad metafórica.


Si descendemos a la realidad del aula encontraremos dentro de lo que es Educación Infantil, en donde se trabaja muchísimo la expresión oral, multitud de poemas, adivinanzas, trabalenguas que prolongan sus brazos hasta los primeros niveles de Educación Primaria. Y es en niveles superiores en donde se produce el hecho insólito de la casi total anulación de los textos poéticos.

Diferenciando entre dos tipos de lectura eferente y estética (Rosenblatt, 1978, 2.002) en los libros de textos predomina entonces la lectura eferente centrada en seleccionar y extraer información y desaparece la lectura estética que hace hincapié en el puro placer de leer. Los textos narrativos sustituyen y relegan al olvido a los textos poéticos que aparecen en contadas ocasiones y vinculados a conocimientos específicos o como dice Boland (2011) “sirven como excusa para buscar una biografía, definir la rima o una forma métrica, o enseñar la definición de las figuras retóricas. Y ahí termina todo el acercamiento a lo poético.”

Este afán didáctico dedicado casi exclusivamente al análisis de componentes poéticos destruye el uso de la poesía en el aula.


¿Se pueden usar los textos poéticos para obtener información vinculada a diferentes áreas y no solamente para extraer los aspectos que explican la construcción poética? Evidentemente se puede y los conocimientos equiparan a los que se pueden obtener del análisis de un texto narrativo. No está , por tanto, justificado el destierro casi permanente de la poesía.

Sin embargo soy partidaria del disfrute de la lectura poética, del juego y de la creación sin límites que coarten. Leer  poesía para vivir la inmensidad plural de los sentimientos, para imaginar mundos inexistentes, para bucear en emociones insospechadas o sobrevolar problemas vitales y entender el reino de lo minúsculo y cotidiano, para entender que no estamos solos y hay infinidad de corazones latiendo al unísono... Leer para rapear o palmear la música de de cada sílaba, recitar o cantar la poesía, transformarla o abrazando las palabras de nuestro mundo interior, sobre un papel vacío, hacerlas brisa, susurro, caricia, grito o denuncia de lo que no nos gusta; o pájaro, nube o brizna en el universo de la imaginación. Y volar, volar, volar... Y crecer como seres humanos en esta sociedad cada vez menos humanizada.

Ana Egea







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