RAZONES PARA ADENTRARSE
EN EL CAMINO DE LA MEDIACIÓN ENTRE IGUALES
Las razones para
comenzar a desarrollar la mediación escolar
pueden ser infinitas y variadas. En nuestro centro fue motivada, allá
por 2.005, por dos experiencias
traumáticas relacionadas con acoso y marginación y que finalizaron con el abandono, por parte
de las víctimas, del sistema educativo sin llegar a finalizar la E.S.O.
Ambas experiencias nos
resultaron dolorosas y sangrantes porque los alumnos no ofrecían
problemas de disciplina y
presentaban capacidad sobrada
para haber realizado estudios superiores.
Cuando decidimos
empezar a formar mediadores, nuestra fe en las posibilidades de la mediación
sencillamente no existía. La decisión
tenía el mismo componente de
riesgo que implica poner en marcha otro tipo de proyectos. Nunca sabes si van a
funcionar o no, el grado de desarrollo
que alcanzará la idea, la forma en que afectará a la vida del centro; porque
éxito y fracaso caminan de la mano en cualquier proyecto, porque son numerosas las variables a tener en cuenta,
porque el factor humano siempre ofrece dosis de imprevisibilidad…
Realizamos un
pequeño proyecto y comenzamos a autoformarnos sin ningún tipo de ayuda externa;
apenas se escuchaba en los ámbitos educativos
la palabra mediación ; tampoco pedimos ayuda
porque no sabíamos de la existencia de formadores procedentes de otras CCAA.
La lectura de
libros sobre mediación fue el primer paso. Con ellos descubrimos contenidos
teóricos, pero poco aplicables a la
realidad que nos urgía: debíamos
formar un grupo de mediadores y no sabíamos cómo hacerlo. Y, cuando habíamos decidido elaborar materiales propios
para el curso, llegó a nuestras manos un libro maravilloso: “Manual para
formación de mediadores de J. Carlos Torrego y colaboradores”.
Con él comenzamos
nuestra andadura en este camino,
inigualable de la mediación entre
iguales con pasos sencillos, pero constantes que han ido ampliando
el horizonte de la fe en la educación para la escucha y el diálogo. Cada curso formamos a nuevos mediadores y
mediadoras que abren los ojos para ver, de una manera diferente, la violencia soterrada que los adultos no
percibimos y abren los oídos del corazón
en escucha generosa. Alumnos y alumnas,
en situación de igualdad, arrojan en la vida del centro ramilletes de soluciones consensuadas,
regalan flores de tiempo personal, facilitan la construcción de puentes de
entendimiento y comprensión … Y, con
manos desprovistas de autoridad, ayudan a mejorar la convivencia y allanan el
caminar doloroso de los que sufren callados, la violencia. Por eso creemos en la
mediación entre iguales; por eso animamos a ponerla en marcha.
Ana Egea
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