jueves, 11 de junio de 2015

 ACOSO Y   MEDIACIÓN   ENTRE   IGUALES



Y, DE NUEVO, UN ACOSO   SE HACE VISIBLE   y  salta de la realidad de las aulas a los medios de comunicación  españoles.  En un instituto de Pinto los padres de una alumna  denuncian a  tres jóvenes de entre  dieciséis  y diecisiete años porque  la han vejado y maltratado de manera presencial y a través de las redes sociales.
Y, de nuevo, profesorado  y alumnado  dicen  no conocer apenas nada lo que estaba sucediendo. Y no son excusas porque el acoso se mueve  por debajo de la línea de flotación de las miradas del profesorado, porque el alumnado  no lo percibe  como maltrato y, si lo ve, desvía la mirada  hasta otro lado con la finalidad de  no ser “nueva diana” de las actitudes acosadoras y hasta los propios acosadores justifican como “bromas” las situaciones que conducen a que el acosado/a  disminuya rendimiento, inicie  situaciones de absentismo  o   cambie de centro educativo, abandone el sistema escolar y  sufra secuelas psicológicas que le pueden acompañar “de por vida”

¿QUÉ  SE HACE  PARA INTERRUMPIR SITUACIONES DE  ACOSO?
Cuando se destapan y hacen visibles  estas situaciones de maltrato prolongado la administración exige poner en marcha protocolos de observación y comprobación, se moviliza a los  equipos educativos y al orientador/a de  centro y los centros recurren  a  procesos disciplinarios que desembocan en la expulsión temporal de los acosadores. Si hay denuncia  por parte de los padres más allá del entorno del centro (padres/tutor/a, padres/ equipo directivo), el problema se magnifica  y conduce a cambios  de centro, multas y actividades de reinserción en programas que cambien  las actitudes acosadoras.
El  daño está hecho y estas   medidas disuasorias cumplen el cometido de tranquilizar conciencias y hacer pensar que se ha hecho “todo lo que se podía y debía hacer”, pero  nada más.

¿EXISTEN  SOLUCIONES VÁLIDAS  PARA FRENAR LAS SITUACIONES DE VIOLENCIA?
Existen.
Antes de que un  proceso de maltrato explosione con virulencia se van sucediendo en el ámbito escolar situaciones que dan pistas de que “algo  está   pasando” : pequeñas voces en forma de petición de ayuda por parte de las víctimas, acusaciones  ante el tutor, intervenciones del alumnado en las aulas que silencian las palabras, apenas iniciadas, de los acosados/as, implicación del acosado como chivo expiatorio en conflictos, desaparición de sus cuadernos y otros objetos, aparición  de frases escritas en materiales escolares como las agendas, llegadas tardías al centro e inicio de absentismo justificado por los padres, el  monstruo  de la soledad  en tiempos de recreo…
Y es  en estos niveles en los que  aparece una herramienta educativa poderosísima : la mediación entre iguales que puede minimizar y detener  procesos  de acoso  a través del diálogo entre  víctima y acosadores  en presencia  de alumnos/as  formados para mediar.

¿EN  QUÉ CONSISTE  LA MEDIACIÓN?
La mediación utiliza el  diálogo  para resolver conflictos entre personas con la ayuda de mediadores que actúan con imparcialidad entre los implicados. Es una poderosa alternativa a las medidas disciplinarias y  una forma de prevención de agresiones y-o consolidación de actitudes de maltrato o  de acoso.
Uno de los aspectos fundamentales de la mediación es que se basa en la confidencialidad o  silencio frente al tema tratado,  tanto por  parte de los mediadores como  por parte de las personas que acuden a ella para resolver  un conflicto.
Es imprescindible que las personas que recurren a ella acepten voluntariamente la intervención
los mediadores y mediadoras.
Los mediadores/as  no tienen autoridad para decidir y no actúan ni de jueces  ni de abogados entre las dos partes; simplemente facilitan  el diálogo sobre el conflicto y  que lleguen a firmar un acuerdo para solucionarlo.

¿POR QUÉ   UTILIZAR LA MEDIACIÓN ENTRE IGUALES PARA RESOLVER  CONFLICTOS ENTRE EL ALUMNADO?
  1. Las medidas sancionadoras  tomadas por los tutores y –o equipos directivos del centro  adormecen el conflicto pero no lo eliminan. En apariencia el conflicto está frenado, pero las medidas adoptadas (expulsión al aula de convivencia, regañina pública o privada, castigo, comunicación a los padres…) generan odio y resentimiento en los alumnos sancionados. De manera directa o a través de otros, el conflicto  vuelve a reaparecer y si cabe con mayor potencia y crueldad.
  2. La mediación entre iguales  al usar como medio de resolución de conflictos el diálogo y no tener efectos sancionadores  reconduce el proceso  de maltrato y  lo  elimina. Además el alumnado  que interviene  en los procesos de mediación conoce, sin tapujos,  la realidad de lo que está sucediendo y  usa  y entiende   el  lenguaje y vivencias de  víctima y acosadores. Está, por tanto, más cerca de la realidad de los conflictos  que el mundo de los adultos.
  3. Utilizamos los conflictos educativos  como herramienta educativa de formación en valores. A través de la mediación  el alumnado  aprende a escuchar de forma activa, desarrolla procesos de  empatía, negocia y  firma acuerdos que son objeto de seguimiento posterior.
  4. Es una medida educativa que funciona y enriquece   al alumnado y la mejor  forma de participar activamente  en la vida de los centros.

Porque como lluvia  suave empapa los cauces del alma  de los centros educativos, arrastra y elimina despojos de violencia, genera  palabras que remontan cielos de luz y esperanza y expande mariposas de paz, creo en  la mediación y animo a ponerla en marcha.

Cómo implantar la mediación, forma de llevarla a cabo, límites y dificultades, cómo realizar la formación de mediadores…, todo ello  teniendo como fundamento la práctica de haberla  promovido y desarrollado en un I.E.S.  y  tratando de utilizar un lenguaje sencillo, en próximos  artículos. Saludos.
Ana Egea

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