A MI
MADRE
Sin saber el destino de los
pasos
entre niebla y susurros marcharía,
guiada por tu mano, respirando
aromas de confianza y dulce dicha.
Perenne acompañante en el camino
me iría de la pena a tu alegría,
de temblores de miedos fugitivos
a los brazos de paz con que cobijas.
Continua, como calor de regazo.
Allí donde el dolor hasta se
olvida.
Sin saber el destino de los
pasos...
Tu corazón latiendo como orilla.
No te vayas jamás, que yo no quiero,
allá donde la tierra está dormida.
Aunque brilles con luz en el
recuerdo,
aunque abrace entre sueños tus
caricias.
Eres sol, lluvia suave, canto, vuelo,
estrella tierna, rosa sin espinas.
Sonrisa cálida de amor. Sustento.
Corazón de violetas escondidas.
En medio de la tierra, beso claro.
Dulzura necesaria de los días.
Madre, yo iría siempre de tu mano
más allá de la muerte hasta otra vida.
Ana Egea. Poema registrado. "Entornos de amor"
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